Donald Hall será nuestro primer Poeta invitado

En este primer número Zéjel tiene el gran honor de contar con uno de los poemas del escritor, poeta y crítico literario estadounidense Donald Hall presidiendo la sección de Poeta Invitado.

Así Zéjel ve cumplida una de sus expectativas más ambiciosas: incluir a un escritor de renombre internacional en cada uno de sus números. En septiembre, la revista estrena su primera publicación con el poema Ruins de Hall. Gracias a colaboración y amabilidad de la editorial estadounidense Houghton Mifflin Harcourt, que nos ha concedido los permisos de reproducción del poema original en inglés y del que ofreceremos además una traducción inédita.

Donald Hall (Hamden -Connecticut-, 1928) queda marcado en su infancia por las obras de Edgar Allan Poe y escribe ya a edad temprana, publicando su primer poema con dieciséis años. Tras su paso por la Philips Exeter Academy, ingresa en Harvard University. Durante estos años de juventud se hace con el prestigioso premio Newdigate con su poema Exile. De 1953 a 1961 encabeza la edición de Paris Review y en 1957 comienza a impartir clases de Literatura inglesa en Michigan University, periodo en el que conocerá a su futura esposa Jane Kenyon. Ha ganado innumerables premios como el Leonore Marshall/Nation Prize con su poemario The Happy Man (1986), Thee National Book Critics Circle Award con The One Day (1988), así como el premio literario Los Angeles Times y el premio de poesía Ruth Lilly entre otros por su trayectoria. En la actualidad, Hall reside en Danbury (New Hampshire), lugar de creación e inspiración primera para muchos de sus poemas.

Su implicación en el mundo académico y la riqueza y variedad de su obra lo han llevado a ser considerado uno de los escritores más relevantes de su generación de la literatura estadounidense del siglo XX.

El poema que hemos escogidoRuins, nos trae a un hombre que se vive en otra persona. El paisaje y el hogar se revelan como espacios de soledad y dolorosa introspección ante la suposición de que el otro es feliz allá en la lejanía y en la inercia del día a día. Ruins grita por aquellos hombres incrédulos encerrados en su pasado y de los que, a ojos de otros, no queda más que un lejano escombro.

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