I
Se una scarpa spaiata su matasse
di posidonia secca e crepitante
capita ai vostri passi, per favore
riparatela ai piedi delle rocce
dove ingrassano i capperi.
Altro di me non credo che rimanga.
Questo mare corrode e non deterge,
ma almeno adesso i piedi
non si impastano più di sabbia e polvere
e la scarpa ha conquistato il diritto,
la libertà di attendere
che il bocciolo dischiuda un fiore bianco.
II
Ero pronto a sgobbare sui cantieri,
non a schivare il sibilo
delle cinghiate. Quando gli scafisti
hanno intuito la fine imminente,
ci hanno frustato per buttarci a mare.
Nel tumulto di lingue,
di urla, sangue e sale
non so se la manovra
di alleggerimento sia riuscita.
Ho soltanto provato
ad ingoiare l’ultima bestemmia,
anzi, ho sorriso a Dio. Ma non so
se questa immensa quiete
sia esattamente il premio promesso
senza il bacio sugli occhi di mia madre.
III
L’onda scura si abbatte sulla riva
con la copiosa messe
di posidonia satura di sale.
Ebbi la bocca riarsa nel supplizio
che mi accostava all’eroe del mito
ma non avevo colpa da espiare,
non avevo peccato di superbia.
Nello slancio tonante e impetuoso,
mare senza pietà per l’assetato
mi hai mulinato insieme alle alghe morte
mentre morivo in te disidratato.
IV
Dopo tanto rumore
tutto si ricompone nel silenzio.
Rimpiango solo i muscoli
tesi prima di sciogliersi sui cento
metri di pista rossa, mal contati,
sul campetto ai bordi di Kaduna.
Ora la pelle, elastica e compatta,
concorre con le squame di un branzino.
V
Per ore in un difficile equilibrio
ho resistito in cima all’autocarro,
colmo all’inverosimile. Sembrava
portarci alla salvezza come l’Arca,
su una pista illeggibile di sabbia.
Lassù fantasticavo di paesi
torniti dalle rondini, dal canto
libero di altri uccelli variopinti.
Ma, prima del Diluvio in mare aperto,
solo latrati il cuore hanno fiaccato
e ragli di somaro alla cavezza.
«Mediterraneo, migranti» Giovanni Bracco.
I
Si un zapato solitario
en madejas de posidonia seca y crepitante,
apareciera a vuestro paso, os ruego,
refugiadlo al borde de las rocas
bajo las henchidas alcaparras.
De mí nada más queda. Este mar
corroe y no limpia, pero al menos
los pies ya no llenan de arena y polvo
y el zapato se ha ganado el derecho,
la libertad de esperar
que el capullo descubra una flor blanca.
II
Para currar en la obra estaba listo,
pero no para esquivar el silbido
de las correas. Cuando los lancheros
sintieron el final que se acercaba,
nos azotaron para empujarnos
al mar. En el tumulto
de lenguas, gritos, sangre y sal,
no sé si descarga tuvo éxito.
Me limité a tragar la última blasfemia
y sonreí a Dios. Mas desconozco
si esta inmensa paz
es realmente el ansiado premio
sin el beso en los ojos de mi madre.
III
La ola oscura se estrella en la orilla
junto con la copiosa siega de posidonia
saturada de sal.
Era la boca seca en el suplicio
la que me volcaba al héroe del mito
pero no había culpa que expiar,
menos aún pecado de soberbia.
En tan impetuoso, resonante arrebato,
despiadado mar con los sedientos,
me trituraste junto a las algas muertas
mientras moría en ti, deshidratado.
IV
Después de tanto ruido
todo vuelve a ser silencio.
Extraño solo los músculos
tensos antes de deshacerse
en cien metros de pista, mal contados,
en la cancha al borde de Kaduna.
La piel ahora, elástica y compacta,
compite con escamas de lubina.
V
Durante mucho, en equilibrio,
resistí encima de un tráiler,
lleno hasta la saciedad,
que parecía llevarnos a la salvación
cual Arca de Noé sobre una pista
ilegible de arena. Allá arriba
soñaba con países rodeados
por locas golondrinas, por el canto
libre de otras aves variopintas.
Mas antes del Diluvio en mar abierto,
queda el corazón debilitado
por el ladrido de los perros
y el rebuznar de un burro en el cabestro.
«Mediterráneo, emigrantes»* Giovanni Bracco.
*Traducción del autor, corrección de Narciso Raffo. Nota a la traducción/corrección: Inicialmente, Giovanni Bracco envió sus poemas en español, que partían de una interpretación libre que él había hecho de sus propios poemas en italiano. Más adelante, se le solicitaron los originales, con la sugerencia de que podían incluirse en nuestra sección “Desembarcos”. Tras la recepción de estos y previa consulta al autor, trabajé en una traducción intermedia que, teniendo en cuenta su creatividad, fuera al mismo tiempo cercana a los textos originales.