«He de merecer esta tierra que engullo cada día» Israel Álvarez
He de merecer esta tierra que engullo cada día.
Esta nostalgia cruel en que llevo
sumergido treinta años sin que los frutos de mi casa nazcan
gloriosamente por el globo,
y se expandan dóciles en cada puerta cerrada
y en los lodos estériles
y en las almas hechas añicos
y en los cementerios umbríos en noviembre.
En cada lugar que piso y pisas
-tú lo haces siempre mejor que yo: pisar y pasar-
no es que florezca nada, sino que hacemos el amor
con los ojos,
por el camino virgen del espacio que separa nuestras miradas.
En cada lugar que piso y pisas
deja de morir una especie que no conocemos
y somos mesías inconscientes,
no fundadores de dogmas.
Somos tan sencillos al final que tiemblo con la palabra Amor.
Yo merezco esta tierra y este aire regalado
de cada día,
aunque sea brevemente por una vida;
debe valer, servirme, tan sólo una vida
para comprender que la misión a cumplir
no es otra que sostener el mundo
de otro.
«He de merecer esta tierra que engullo cada día» Israel Álvarez.
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