«Self-portrait as a child» obra de Clemens Krauss.
Crítica de arte a la obra
“Self-portrait as a child” de Clemens Krauss
por David Caramazana Malia.
“Eva y Adán”
Existe una corriente de pensamiento que explícitamente intenta definir (o convertir) el arte contemporáneo en un producto cerrado, hallado sólo dentro de un contexto mercantil, casi encriptado. Si se nos permite decirlo, cuando filósofos como George Dickie afirman y difunden categóricamente que el Arte es lo que el mundo del arte dice que es Arte asistimos a una indudable prostitución del término. ¿Si no hay mercado de arte o gente “entendida” que diga lo que es arte, supone la ausencia de él?
La feria de Arco de Madrid 2017 ha traído, según los analistas, “una recuperación del mercado artístico, con especial dinamismo en las ventas” tras varios años de crisis. No es nuestro propósito comprobar los datos económicos de esta feria de arte actual, sino reflexionar de hasta qué punto una obra expuesta en él puede sugerirnos un bello diálogo con el ambiente de recepción estético español. La pieza en cuestión es la que nos hemos tomado la licencia a llamar Eva y Adán, del artista Clemens Krauss, y su peculiar interlocutor social, el famoso autobús de HazteOir.
La obra de Krauss ha sido concebida como una escultura hiperrealista innovadora (Imagen). Se ha planteado de manera que el espectador se tropiece con una pareja desnuda desparramada en el suelo, mostrando los signos de un volumen corpóreo incompleto. Es realmente una masa confusa, pues vaciados de órganos, musculatura y huesos, sólo se aprecian los efectos externos (la piel). Sin embargo, cuando uno se detiene y contempla con paciencia el conjunto, cae en la cuenta de que se trata de una sola figura, sesgada desde un brazo hacia el otro -como si fuese un libro abierto-, y de la que solamente ha quedado la cáscara; la imagen externa.
Sin embargo, este retrato exterior no se muestra claro. El primer golpe de vista asociaba la contradictoria idea visual de una mujer para la parte de frente, y la de un hombre para la porción que está de espaldas. Ahora, con un segundo acercamiento e indagando en las posibles intenciones del artista, aseveramos que se trata de una figura andrógina. Aspecto facial indeterminado, genitales femeninos y una carencia de pecho, es la evidente muestra del cóctel de género que nos presenta. Al mismo tiempo, tanto la parte trasera señalando los glúteos, como la delantera haciendo lo propio con la vulva femenina, inciden en la connotación sexual. ¿Qué puede sugerirnos todo esto?
De sus muchas lecturas, a nosotros nos suscita la cuestión del transgénero. ¿Eva es la que nace de la costilla de Adán o bien debiera ser al revés según los conocimientos científicos actuales? Paradójicamente es Adán, el hombre, el que se forma género masculino separándose hormonalmente de las facciones femeninas en su gestación. En palabras llanas y poco rigurosas, es la mujer y su estética, la que impera en los cuerpos humanos. Aquí vemos que el cuerpo no ha terminado de materializar sus características estéticas, y se mantienen ambas apariencias atractivamente unidas en una piel desnuda. El acto de creación es distinto, y no por ello menos hermoso.
Su valor artístico, en tanto que herramienta para la reflexión social de este colectivo, es capital. ¿La sociedad contemporánea aboga por la integración de personas que albergan un “ser diferente” en su interior, o bien oprimen las decisiones de los que buscan cambiar su “piel” para adecuar lo que sienten? ¿Se acepta lo “indeterminado” estéticamente hablando? El grado de permisibilidad y tolerancia que ofrezca una sociedad ante esta decisión personal, está íntima e insoslayablemente ligado a su evolución moral.
Parece que la recepción de esta escultura en Arco 17’ ha tenido cierto grado de atención, al menos como observamos repetidamente en las fotografías generales que documentan la exposición. No obstante, nos encontramos en las antípodas de la recepción que ha tenido el otro interlocutor referido: el autobús de HazteOír. Se trata de una comunicación visual arrolladora. Una máquina afinadamente pensada en tanto que creemos apropiado reseñarla también como objeto artístico.
Conviene empezar por las intenciones del ideólogo-artista que ha propuesto la comunicación, pues ha contemplado el medio de difusión, se ha preocupado de la escala y ha previsto la influencia planificando varios estacionamientos y localizaciones. La frase principal que anuncian es: “Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo”. Además, otra frase secundaria añade más información: “No permitas que manipulen a tus hijos en el colegio. Infórmate con el libro que no quieren que leas”. Todo acompañado de dos iconos, uno de un niño con pelo corto y pantalón, y otro de una niña con coletas y falda. De tal magnitud ha sido el debate suscitado en el país, que ha inundado redes sociales, periódicos y medios audiovisuales.
¿Qué ha dicho la sociedad española? La mayoría de los ciudadanos han levantado la voz ante lo que consideran un fomento del odio a este colectivo, altamente castigado en las estadísticas desde bullying escolar. El Tribunal Supremo ha censurado la información, considerándolo anticonstitucional. Por nuestra parte, no podemos sentirnos más orgullosos de esta contestación social, pues nadie en su sano juicio quiere manipular a un niño. Decimos en su sano juicio porque ya hay doctores y catedráticos de comunicación que han demostrado quién estuvo enfermo del juicio y cómo efectivamente sí se manipularon niños españoles. Quién sabe si las secuelas de algunos de estos niños, intentando hacerse oír, podrían estar manifestándose hoy en día en forma de autobús.
Si George Dickie y otros consideran anecdótico comparar un suceso comunicativo de los mass media con una “verdadera” obra de arte -las que están encerradas en museos-debemos recordar que como pasó con el estudio de las entradas reales en las ciudades desde tiempos romanos, las fiestas del Corpus Christi o los Autos Sacramentales, vistos por todo el pueblo, y que consideramos hoy como parte de un hecho artístico, cualquier ámbito de la vida puede ser tomado por las futuras generaciones como arte. La segregación en el mundo cultural perturba a un necesario enfoque panorámico.
Por consiguiente, ese lejano ambiente que dibujamos para el 90% de la población del pasado, la que normalmente no pudo deleitarse (principalmente por motivos económicos) con lo que hoy etiquetaríamos “obra de arte de su época”, podría ocurrir actualmente con el desapego generalizado a las obras contemporáneas, desconectadas y separadas de la sociedad en la que vivimos. Las nuevas claves podrían estar en que no todos nos gastamos veinte euros para entrar en Arco, pero sí que muchos tenemos “nuestra pantalla” y opinamos sobre otros objetos visuales que son potencialmente arte, aunque no sepamos realmente que se les puedan llamar así.
«Eva y Adán» David Caramazana Malia.