«Gracias a Luis Cernuda» Marcos Pérez Parras
Tengo los libros de poemas
insertos entre versos de mi padre escritos a pluma.
Para leer una antología poética de Luis Cernuda
debo abrirme paso entre la profusa malla de palabras azules y caóticas
del primer hombre que me vio desnudo.
Escudriño la huella dactilar impresa en la tinta
para ver si puedo estribar mi juventud sobre su narrativa
o si el final, con suerte, resulta ser una muestra de mi madurez protocolaria.
Me he dado cuenta
de que he acabado termiteando Vivir sin estar viviendo
para extraer delicadamente los volcados salvajes de experiencia
sobre las arenosas y ajadas páginas que un día compusieron la antología
y hoy son un álbum de recuerdos o dos vasos de plástico unidos por un cordel
o un puente transgeneracional o una conversación íntima
que se propuso en 1985 y continua hoy
(11/04/2022),
y estoy brincadamente contento.
Es curioso que mi padre y Cernuda solo compartieran mundo once meses
y que el segundo escribiera un poemario
para que el primero hablara con su hijo.
«Gracias a Luis Cernuda» Marcos Pérez Parras.