Supongo que la tarde es una caja
de sorpresas, de nubes encendidas
al rojo vivo, a punto de estallar
en la noche de lomo gris y oscura.
El musgo de los ídolos no piensa
que es pátina en la piedra a la que adoran
otros que se ahogarán bajo el agua estancada
que ya no corre al mar porque es el mar,
la placenta que el tiempo va formando
en torno a la cintura como lluvia
del que reza a los pies de las estatuas
en el nombre del padre o de los santos.
La luz de la mañana saja el vértice
de la montaña como un haz de plata.

«Luces» Valentín Navarro Viguera.

 

Todo poema recuerda alguna imagen.

Una canción que parte en dos la tarde
mientras duermes la siesta en el sofá.
Cualquier frase ingeniosa que despierte
una necesidad inesperada,
un estremecimiento adolescente.
Una postal mandada desde Roma
con las comas mal puestas.
La foto de tu exnovio en el salón.

Imágenes vulgares,
no necesariamente interesantes,
exentas de poesía,
sin demasiada fuerza narrativa.
Pero basta de nuevo con un fugaz
instante, una mirada rápida,
la inercia de la vida llevando tu cabeza
hacia el lugar exacto,
en el momento exacto,
y de repente el tiempo se detiene.
Y solo existe eso, esa imagen cualquiera,
esa escena trivial, ese fluir tan obvio
del recuerdo,
y de repente sabes
que no,
que el poema no puede
empezar
de otra forma.

«Ars poética» Rosa Berbel.

 

Eran las pequeñas cosas. Como el ajetreo silencioso y adormecido de entrada y salida a los baños, la cisterna a través de las paredes, los indeseables susurros de cortesía introductorios al intercambio. La sombra de las sábanas fugazmente proyectada sobre el pasillo en rápidos y negros espasmos; la abuela preparando la cama, perfecta. Y realmente eran las pequeñas cosas. Como el rostro de aquella niña pecosa del restaurante que abría mundos enteros con accidentales y malinterpretadas miradas, para luego desmoronarlos sobre el final de la velada y atarlos a los primeros sueños de la noche, prematuros a la incidencia del verdadero y necesario despilfarro. Luego la pequeña oscuridad, algunas conversaciones censuradas por puertas mal cerradas y paredes famélicas e inconsistentes, las últimas risas apropiadamente contenidas con mayor o menor éxito e igualmente tranquilizadoras. Finalmente la gran oscuridad, sin fronteras, sinfín de posibilidades. Siempre. Siempre eran las pequeñas cosas. La sobrecogedora fuerza del regreso, sin saber cuánto tiempo hemos estado ausentes, incapaces de adivinar remedio para lo que no ocurrió. Y así, el recuerdo y los proyectos vuelven a nosotros, apoyándose mutuamente para alcanzar la voluntad que bautice nuestro cuerpo con el aire del nuevo día.

Rafael Maya.

 

Un hombre desciende la colina en el borde de un paraguas
Deseo que haya luz suficiente para intuir el humo de otro idioma
Pero es blanco el perfume del niño que amé
Retengo la primera gota en la punta de la lengua como una forma de decirme adiós
Todos los árboles esperan un roce de pájaro una caricia oxidada
Todas las cruces serán verdes y nos dolerán en los ojos cuando ignoremos a quién
llevamos dentro
Y no es el tiempo que pasa, somos nosotros quienes vamos haciéndonos niebla
Eras el sueño hecho cuerpo en el quicio de una puerta oyéndome llorar
El amor no nos escoge con el dedo índice, sino con todos y cada uno de los dedos
Me senté a mirar por la ventana cómo avanzaba hacia mí el viaje más largo
He jugado y he vivido: tumor de la inmovilidad.

«El viaje más largo» Gema Palacios.

 

Ojalá mi vida fuera una carreta de bueyes […].
Yo no tendría que tener esperanza: sólo tendría que tener ruedas…
ALBERTO CAERIO

Sentado a la puerta de la casa, espero
el paso del repartidor de cartas sin más interés
que el de verle pasar y saludarle
y darle los buenos días y saber que todo sigue
en orden en esta mañana de otoño.
El sol brilla –porque abro los ojos y lo veo brillar–
y entiendo que todo sigue, de momento, su curso.

A veces las horas pasan despacio como un rebaño
de ovejas hambrientas y calladas. A veces,
como hoy, como esta mañana, no pasa nadie
y son las sombras las que marcan la vida,
las que ponen el límite entre lo que es real
y lo que va pasando por encima de mi cabeza.

Lo que el sol dice que soy contra la pared encalada,
lo que yo os digo que soy contra la página de luto,
lo que otros os dicen que soy contra todo pronóstico,
nada de eso es cierto pero es verdad
que todos –también yo– tenemos que construir
bulos, personajes, sombras y caretas.
La soledad a sangre fría no se cura con sombreros.

«Guardador de rebaños» Enrique García Bolaños.

 

Platero es un terpenoide semisólido, cristalino y ceroso, de penetrante olor.

Cuando lo llamo, acude impulsado por sus retromotores a chorro de gas propaxol excavado en los géiseres de Venus,

y quema los prados en su vuelo rasante, aniquilando las florecillas rosas, celestes y gualdas.

Sus ojos fluorescentes alumbran la noche como dos malsanas estrellas verdes, reconociendo los montes en busca de rebeldes mutantes que exterminar con sus cañones de plasma, sus balas guiadas por rastro de calor e inteligencia crítica.

Programado para perseguir cualquier indicio de humanismo, cualquier tropelía mística, lo dejo suelto y parte a incinerar libros de poesía, soñadores y heréticos veganos.

Fabricado en serie en los muelles orbitales de Daesong Industries & Weaponry, Platero es la perfecta máquina de odio-muerte, es la ausencia de vida, es la aleación pura y el puro fuego de altos hornos y ruedas de oruga quebrantahuesos.

Sumergido con su trotecillo alegre en la masacre, las placas de su fuselaje cubiertas de carne ojos y sesos desmenuzados, entre el zumbido de las sierras semi-automáticas y los cañones de púas, parece que se rie en no se qué cascabeleo ideal…

Todos, arrodillaos ante el poder terrible de Platero, suplicad por vuestras vidas miserables, no levantéis la mirada del suelo sepultado bajo los huesos de vuestros seres queridos.

Llorad, pues Platero desea vuestras lágrimas, desea vuestra sangre y vuestros primogénitos no-natos.

Rogad a vuestros dioses caídos, desterrados al polvo por la producción superior de Daesong Industries & Weaponry. Y larga no vida, y larga no vida a nuestros amos de Daesong Industries & Weaponry.

-Fin del comunicado. Sumisión inmediata, exigimos sumisión inmediata-.

«Platero» Antonio Sancho.

 

Las habitaciones de este hospital tienen dos camas ocupadas por dos seres./ La mayor parte del tiempo están acompañados por la luz de las bombillas de bajo consumo, por los carteles de NO FUMAR, de NO OCUPEN LOS PASILLOS, por la televisión en mute y por la cara de una virgen bajo la almohada. / Las habitaciones son salas donde manos con guantes tocan pieles desintegradas./ Las habitaciones ven morir a seis coma cuatro personas a la semana, ven llorar a catorce coma dos mujeres al día, oyen las quejas de la comida, oyen las quejas del dolor de las úlceras, huelen el olor putrefacto de las úlceras./ La habitaciones tienen paredes con colores claros, para reflejar el brillo apagado de las pupilas en dilatación./ Las habitaciones de este hospital escuchan siete come tres premoniciones cada día. Ocho coma tres oraciones al minuto y seis coma siete pensamientos de suicidio.
Las habitaciones de este hospital se vacían poco a poco./ Los médicos se marchan./ Los enfermeros se marchan./ Los celadores se marchan./ No hay palabra que pueda describir el silencio de la muerte./ Dios observa/ atento/ las expresiones de dolor/ las muecas /los rictus/ atiende a los profundos deseos  de los seres que duermen/ comen/ son curados y mueren en las camas sujetas a las paredes de estas salas.

«Habitaciones» Julia Pumarinho.

 

Hace años me levantaba con el sol
invitaba a los hombres al mundo &
los llevaba lo más lejos que llegaban sus barcos.

Por las noches, cuando yo oscurecía
me enroscaba en la comodidad de tus vaqueros
mientras tu mano tocaba la mía en el cine de la ciudad.

Nos quedábamos quietos, mientras yo resucitaba
en cada píxel de cada película
en cada tono acuoso en tus ojos.

Entonces, en un esplendor, tú te desteñiste
diciendo “nunca cambiarás”
diciendo “tú también me pones triste, a veces.”

Cuando era pequeño quería ser un camaleón
Real, cian, índigo, profundo, tranquilo y fresco
pero ahora sé
……………………….que lo único que seré es Azul.

«Del Color Azul» Julian Montijo.

 

(texto original)

 

Years ago I rose with the sun
invited men into the world &
carried them as far as their ships could sail

In the evenings, when I shaded to black
I curled in the comfort of your jeans
your hand in mine at the movies downtown

We watched, as I came back to life
in every pixel of every film
in every hue of water in your eyes

Then, like brilliance, you faded away
saying ‘you will never change’
saying ‘you make me sad sometimes, too.’

When I was little I wanted to be a chameleon
Royal, cyan, indigo, deep, calm and cool
but now I know
……………………….all I’ll ever be is Blue.

«From the Color Blue» Julian Montijo.

Ante todo, miente.
No hiciste lo que hiciste anoche.
Las clases van genial.
Tu vida va genial y tus amigos son increíbles.
Todavía soltero, pero no gay.
Todavía dispuesto a configurar sus iPhones.
Segundo, pregúntales algo aburrido.
¿Qué tal tus vacaciones en casa?
¿Qué título le darías a esa viñeta de The New Yorker del mes pasado?
¿Perdonarías a Snowden?
Pensarán que eres encantador y se irán por las ramas
mientras desconectas.
Piensa en el olor del servicio anoche
mientras te arrodillabas y presionabas el gatillo en The Tipsy Crow.
Piensa en tu C- en Álgebra Linear.
Piensa en cuánto
preferirías estar fuera con tus amigos.
Recuerda que ningún amigo te invitó a salir.
Ríete, definitivamente toca reírse.
Piensa en Charlie,
ese chico que conociste en Tinder
que te llevó a Taco Bell, y luego te pidió una paja.
Piensa en tus amigos que trabajan para Apple,
ganan seis cifras y se van de surf los fines de semana con sus jefes.
Finalmente, retírate cordialmente.
Tienes un proyecto enorme que terminar,
y entonces di que te alegras de haberlos visto.
Oh y gracias por la cena.
Conduce con cuidado para salir del parking.
Conduce a casa.

 

«Cómo Hablan los Adultos» Julian Montijo.

(texto original)

First and foremost, lie.
You did not do what you did last night.
School is great.
Your life is great and your friends are awesome.
Still single, but not gay.
Still willing to help set up their iPhones.
Second, ask them something boring.
How was your staycation?
What caption would you give last month’s New Yorker cartoon?
Would you pardon Snowden?
They’ll think you’re charming and go off
while your mind drifts.
Think about the smell of the bathroom last night
as you knelt down and pulled the trigger in The Tipsy Crow.
Think about your C- in Linear Algebra.
Think about how much
you’d rather be out with friends.
Remember that no friends invited you out.
Laugh, it’s definitely time to laugh.
Think about Charlie,
that guy you met on Tinder
who brought you to Taco Bell, then asked for a handjob.
Think about your friends who work for Apple,
make six figures and surf on the weekends with their bosses.
Lastly, excuse yourself politely.
You’ve got a huge assignment to finish,
then say you’re glad you saw them.
Oh and thanks for dinner.
Drive safely out the parking lot.
Drive home.

 

«How to Talk to Adults» Julian Montijo.

con un gran trapo en la boca parece tener
una mirada más potente
¿es eso cierto?
¿es sano que se vea esa vena verde?

«opera del rapto» Francesco Mª Tipaldi.

(texto original)

con un grosso panno nella bocca sembra avere
uno sguardo più potente
è vero?
è sano che si veda quella vena verde?

«opera del rapimento. Nuova poesia extraterrestre, Carteggi Leterrari, 2016.» Francesco Mª Tipaldi.