La sed le ha hecho pensar en el asfalto
el brillo nutritivo de los ríos.
Dejando atrás la trampa del calor
el pájaro lo ignora,

pero escribe su error la historia de lo humano.

«Sed» Jesús Montiel.

Tantas palabras formando muros,
cadena sobre mi cuello.

En la esquina, el tendero habla de números
como nombrando flores
en el jardín de las monedas.

En casa los inquilinos se escuchan
como si lanzaran rocas al fondo de un charco.

Algunas voces son ríos
llevan el rumor del agua entre los dientes.

Hay ecos que permanecen,
que me despiertan en la madrugada
para darle de comer a sus hijos.

Otras voces son molinos,
hacen polvo los vocablos.

Yo me derrumbo sobre la cama
me tiendo en la espesa contextura del silencio,
me dejo habitar por todas las palabras que me han recorrido.

Pienso en devolver las letras a su origen
desnudas y libres del peso de mi lengua.

«Conversaciones» Luisa F. Jaramillo.

Poner diferentes bigotes
a la luna,
pasatiempo del gato.
*
Amanecer.
Por fin huecos de luz
entre los libros.
*
Si no baila el viento,
las palabras perdidas
lo zarandean.
*
Casi es un ala la forma
de la luna.
¿No volverá?
*
El primer viento que pasa
se lleva la soledad
a otro árbol.

*
Camino solo.
Una hoja de la calle
se da la vuelta.
*
La luz,
un muerto que no supiera
cerrar los ojos.
*
Cubro huecos en el papel
hasta sentir las manos
vacías.

«Haikus» Aitor Francos.

How many places in the body
were made to be destroyed once?
Sharon Olds

No sé cómo he llegado aquí,
y si lo supe, no lo recuerdo.

Quizá fue el calor a mediados de diciembre
o el río, que lo atravesaba todo,

partiéndolo en dos:
norte-sur; presente-pasado; tu piel

y el resto. Yo sólo quería beber.
Quería pararme a descansar

para continuar el viaje.
Y en su lugar, alguien tendió la mano

sin que pudiera evitarlo.
He vuelto a encontrar el asombro de tenerme cerca

al tenerte cerca. La primera noche
tras el verano. El río que creyó morir

tras escuchar a un cuerpo
desbordarse al beber sus aguas.

Pero es el cuerpo quien elige cuándo y dónde
se ha de quebrar:

¿qué otra cosa puede romperse
más de una vez?

«Sevilla, diciembre, 26ºC» Emily Roberts.

Todos los solos y los locos de Madrid
dentro de mi mano

poder cerrar el puño,
sin aplastarlos,
acercarlos a mi corazón
y recogerlos.

Yo me conmuero y me condolo
de las largas soledades que caminan
o montan su teatro sobre el suelo.

Qué lejos de ellos está la mano.

Con qué ferocidad sus vidas
se han hecho tan ajenas
de aquella caricia primera
que los acogió y posó
entre dos senos.

Aislados entre el mar,
náufragos en sí mismos,
destacan como estrellas en el cielo.

Mis locos y esperpénticos amigos
son cómicos con un penoso sueldo.

«Todos los solos y los locos de Madrid» Juan Carlos Polo.

a mi hijo

Por cada pájaro que despega cae
una hoja
y se quiebran juntos
por el destino opuesto
de la tierra y del cielo.
Por cada hijo que nace un cuerpo
se hunde y no lo vuelves
a ver
y no sabes
a quién pertenece ciertamente
y se queda ahí quieto sobre la alfombra
como un paraíso doméstico
que te hace brotar su tesoro
entre las manos.

Levántate y camina ordena el viento de la tarde sobre el muelle
y efectivamente rueda la piedra
baja el escalón en soledad
un ruido sordo
un cuerpo que vuelve a la arqueología
de su silencio
un sorbo que baja
sordo

y está en el fondo
sobre la gran panza del animal
en la gran cuna del estómago del animal
en la bolsa resplandeciente
del mar.

7 horas, 11 de julio de 2014.

«Por cada pájaro que despega cae» Francesco Iannone.

(Texto original)

a mio figlio

Per ogni uccello che decolla una foglia
cade
e si schiantano insieme
per l’opposto destino
della terra e del cielo.
Per ogni figlio che nasce un corpo
s’inabissa e non lo vedi
più
e non sai
a chi davvero appartiene
e resta fermo lì sul tappeto
come un paradiso domestico
che ti germoglia il suo tesoro
sulla mano.

Alzati e cammina ordina il vento la sera sul molo
ed effettivamente rotola il sasso
scende il gradino in solitudine
un tonfo secco
un corpo che rientra nell’archeologia
del suo silenzio
un sorso che va giù
sordo

ed è sul fondo
sulla grande pancia dell’animale
nella grande culla dello stomaco dell’animale
nella sacca splendente
del mare.

ore 7, 11 luglio 2014.

«Por cada pájaro que despega cae» Francesco Iannone.

Lo terrible es el borde, no el abismo.
En el borde
hay un ángel de luz del lado izquierdo,
un largo río oscuro del derecho
y un estruendo de trenes que abandonan los rieles
y van hacia el silencio.
Todo
cuanto tiembla en el borde es nacimiento.
Y sólo desde el borde se ve la luz primera
el blanco -blanco
que nos crece en el pecho.
Nunca somos más hombres
que cuando el borde quema nuestras plantas desnudas.
Nunca estamos más solos.
Nunca somos más huérfanos.

«En el borde» Piedad Bonnett.

 

Despertar es conjugar el mundo sobre el sueño,
tornar la carne enredadera,
hacer de las venas un cauce de flores,
todo para exprimir su savia en poema.

Y es de ese susurro de lo que todo surge.

Si mi sangre es veneno
………………………….mi rumor se origina
en la piedra caída de un estanque olvidado; respuesta de onda sobre onda.

Fabián Trigos Baena.

 

Supongo que la tarde es una caja
de sorpresas, de nubes encendidas
al rojo vivo, a punto de estallar
en la noche de lomo gris y oscura.
El musgo de los ídolos no piensa
que es pátina en la piedra a la que adoran
otros que se ahogarán bajo el agua estancada
que ya no corre al mar porque es el mar,
la placenta que el tiempo va formando
en torno a la cintura como lluvia
del que reza a los pies de las estatuas
en el nombre del padre o de los santos.
La luz de la mañana saja el vértice
de la montaña como un haz de plata.

«Luces» Valentín Navarro Viguera.

 

Todo poema recuerda alguna imagen.

Una canción que parte en dos la tarde
mientras duermes la siesta en el sofá.
Cualquier frase ingeniosa que despierte
una necesidad inesperada,
un estremecimiento adolescente.
Una postal mandada desde Roma
con las comas mal puestas.
La foto de tu exnovio en el salón.

Imágenes vulgares,
no necesariamente interesantes,
exentas de poesía,
sin demasiada fuerza narrativa.
Pero basta de nuevo con un fugaz
instante, una mirada rápida,
la inercia de la vida llevando tu cabeza
hacia el lugar exacto,
en el momento exacto,
y de repente el tiempo se detiene.
Y solo existe eso, esa imagen cualquiera,
esa escena trivial, ese fluir tan obvio
del recuerdo,
y de repente sabes
que no,
que el poema no puede
empezar
de otra forma.

«Ars poética» Rosa Berbel.