entre el dolor y la nada
elegí el dolor
Nacho Vegas

un sillón de mimbre
huele a todo lo que perdimos a los ocho
en la casa de mi abuela
hay una sala que recibe a las visitas
y no recuerdo verla:
cuando yo aparecí ya se había vaciado

ahora todo esto
el sillón la sala lo de antes
me amenaza como un escorzo
que cuando me doy la vuelta revela mi
innecesaria existencia

Pablo Bedía Sanjurjo.

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En el comedor duermen ratas,
enormes, hambrientas;
que fuman,
me llevan los cigarros
del bolso viejo que siempre cuelgo de la silla
que no es mía ni de ellas
sino del alquiler donde vivo.
Una renta
con ratas drogadictas que ríen,
me observan,
dejan bacterias en los vasos,
tienen sexo en el congelador.
Aprecian vivir aquí,
agradecen mi paciencia,
continúan durmiendo

 

«Ratas» Ernesto Naveda.

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Así, al terminar de comer, mis huesos hablan de no haber comido.
Ofrezco la cafetera al fuego,
 .                                                                                                      semilla líquida.


Una pantalla de luz y una imagen turquesa sobre un tiempo gris,
la gente se pregunta:
 .                                                                                                     ¿qué es el éxito?

He recogido los restos de café esparcidos en la mesa
y he pensado en los diez años que han pasado mientras limpiaba granitos de café
 .                                                                                                     esparcidos por las mesas.
Me he sentado durante diez minutos frente a diez años cansado.
Con las piernas cruzadas, ausentes, separadas del cuerpo
 .                                                                                                     -y quizá los párpados cerrados-,
ensoñado, de repente canta un pájaro
 .                                                                                                     -o quizá la cafetera silba-,
tal vez existan otras formas de ganarse la vida.

Alfredo F. Crespo.

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Se nos cierran los ojos en el sofá
Ya tenemos más de cien años
Imagino que moriremos juntos
La última película de la Guerra de las galaxias
Resulta todo un éxito


Por la mañana
A todos nos huele mal la boca
Y estamos un poco más tristes
Miro tus ojos mientras mojas la galleta

«Star Wars» Lucas Sellán.

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Me pregunto
qué haremos
ahora que hasta el pan
nos ha sido negado.
Qué marcará el inicio del día.
Cómo sabremos que el sol
trabaja otra jornada.
Allá donde nuestra vista no alcanza
mientras desde detrás del cristal
creemos que aquí acaba la vida
las voces siguen rumiando.

«Me pregunto» María Limón.

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A Paloma

Tú no eres como las demás —dijiste
queriendo enamorarme,
y pensé de repente en mis amigas,
que son maravillosas,
en las protagonistas de los libros,
en la chica del tiempo y en mi profesora
de lengua,
que me enseñó a contar.
Pensé en mis compañeras de trabajo,
en las kellys y en Uma Thurman,
y me di cuenta entonces:
a mí sí me gustaban las mujeres.

«Las demás (Cuestión de gustos)» María Sánchez-Saorín.

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No creo más en ti que en la dura roca
o en el taxi que me lleva a casa de madrugada. 


Pero tampoco creo en casa más de lo que creo
en ti
o en la promesa de raíz
                           certeza concreción anclaje
ante la duda. 

La duda que nos une en esta sed
de sacrificio y muleta en el trastero,
en la promesa del esguince para evitar la imagen. 

La cordura puede romperse
como se rompe una pierna: jugando. 

[Por tanto,
no creo más en mí que en la escayola.] 

Dudamos y llueve, amor, pero
sabemos de la fruta y de la vida
e intuimos el orden que subyace
a ciertos misterios cotidianos.

Javier Calderón.

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Desearía darte un durazno que ya esté maduro
y que al mirarlo tu vello se vuelva naranja
y que al morderlo tus labios sean jugo dormido,
la pulpa dentro del pecho si masticas
refugio sensible a la piel macerada.

un gesto:
señalar tu boca
seguir el surco del agua
hasta las líneas ocultas
de tu tierra
donde nace el terciopelo
ahí estará mi mano
solo ella sabrá
salpicar las arrugas
escondite
para el líquido
que caerá
en la tierra.

Pero has agarrado un pomelo y me he sentido perdida
un cambio de fruta es una pena cerrándose
perdona si no puedo exponerme
en el fluido rosáceo que amarga tu boca
un pomelo no es un durazno
un pomelo no tiene semilla
¿por qué eliges el cítrico si escuece?
yo beberé cuando la sed.

«Desearía darte un durazno que ya esté maduro» Laura Sanz.

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There is a light that never goes out
The Smiths

Todos los veranos sentíamos la rapidez de los noviazgos,
rescatábamos el furor de bailar en las verbenas
rodeados de luces que nunca se extinguían.

Era la moda del color y lo admisible,
de darnos a oscuras el calor que nos sobraba.
A pesar de la piel fresca y la inocencia quebradiza,
buscaríamos nuevas formas de salvarnos
al no querer ser mayores antes de tiempo.

Pediríamos la lentitud de los instantes
para guardarlos una vez se fuesen lejos.
Jugaríamos por última vez en horas raras,
diríamos adiós y hasta mañana
sin saber nunca a dónde fuimos.

Como un conjuro repetido para siempre,
hemos anclado la escena en la memoria.
Ahora la única belleza que nos queda es la del lenguaje.

«El final» Alba Moon.

En esta tierra donde los amigos están lejos
y el tiempo pasa de forma pausada,
despertamos convencidos del avance.


Pensamos que a una edad, triunfar es tener prisa por irse.
Aunque el mar ya no exista y solo el gris nos atropelle,
aunque la nómina nos atormente y la luz se vaya a cada rato.

Siempre tendremos la certeza del fracaso
y toda una vida para culparnos juntos.

«Certezas» Alba Moon.

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Quisiera empezar por una carta


contarte que aquí los pájaros
siguen su canto
cuando se los lleva el mar
y se funden con el cielo

(pero aquí no significa nada
sino adentro)

los paisajes que atraviesan las ventanas
del coche del tren
se desvanecen
pero algo siempre acaba quedándose
algo siempre
pero siempre algo también se deshace
fuera y lejos
pero siempre algo también
dentro y cerca
aquí
repito
aquí

quisiera decirte
no estoy hecha
para la pérdida
pero los pájaros y la gente
igualmente se van

(pero aquí significa adentro

significa
no se van del todo

nada

nunca)

«Quisiera empezar por una carta» Laura Villar.

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