Quisiera despertar imaginando
una sucesión de letras que recuerde
a una verdad estoicamente nuestra.
Una rapaz de gran envergadura,
planeando el furor que apenas toca
por no quemarse torpe con su orgullo.
Así escribimos lento y elocuente,
domesticado el ave del idioma.
Pareciera que hablar es juego fácil
y no el zumbido lleno de pavesas
en el terco avispero de los labios.
Una desangelada música
que ya no usurpa el trino de la aurora
rasgando como hierro incandescente
sino que es óxido, carbono y clavo
para no recordar que el cielo es negro
y que el azul guardaba nuestra voz
y la gramática obsoleta del tiempo
fuera del tiempo: el habla que no dura
porque es habla, y no el ave
fatal de la memoria.
«Quisiera despertar imaginando» Isabel Hernández-Gil Crespo.