Coge el pan y pon la mesa —dijo algún día mi padre.
Cojo el táper y enciendo el microondas.
El plato da vueltas y mi vida también:

los adultos son grandes y yo soy pequeña.

Todo lo precocinado
pierde sabor: las bromas, las verdades,
la pasta boloñesa.
Papá, ¿de dónde procede mi sangre?
¿Tuvo la cigüeña algo que ver con el parto?
¿Fui el triste regalo de un Happy meal sorpresa?
¿Limpiaré algún día el mantel sin que tus quejas me insten a ello?

Algún día serás tan alta como yo —recuerdo que dijiste.
Los metros no lo quisieron así.
Déjate de libros y ordena tu habitación —debí hacerte caso.
La mente sigue en desorden.
Esta es la receta de tu abuelamuerta—, ¡no la olvides!
No recuerdo ni la receta ni a mi abuela —ya me gustaría a mí saber cocinar, ya me
gustaría que la familia se quisiera.
La mesa y yo sentimos tu peso.
Saco la pasta del microondas y meto dentro a mi abuela.
Olvidé mis apellidos y sacié mi hambre.
Lo peor es que nunca me dijiste aquello,
lo de coger pan. Nunca entendí por qué, pero la familia no comía con pan. Nunca
entendí por qué la familia no se quería.

«Comida precocinada» Paula Lupiáñez.

Y si hiberno todo el invierno,
¿qué te parece? Con la nariz enterrada
en el montón mullido de piel
que me protege por las noches y a veces mordisqueo
hasta que llego a hueso pulido
y me puedo enganchar.

Así me quedaré
durante las nevadas,
anclada a tu vértebra cervical

«Cabaña de invierno» María Alcaraz.

me voy a tatuar una casita azul para que vivan allí nuestros corazones
y en este mundo de relaciones intertextuales
esta casita será nuestra
nos hipotecaremos y pagaremos este pequeñísimo trozo de tierra
fetichizaremos un pedazo de cemento porque será plural
y lo plural es un lugar seguro
me voy a tatuar una casita azul porque el azul es el color del agua y el agua es dulce y salada y
podemos estar enamorados y seguramente no pero y si quizás y si sí y si se posara una mariposa en
tu brazo cuando estemos morreándonos en el césped del jardín? eh? y si le cantara una nana a tus
orejas blancas de niña?

«me voy a tatuar una casita azul…» Paula Escrig.

No.
No está desajustada la ventana;
La que está desquiciada es mi memoria
Ángel González

Ya no entra claridad por la ventana.
Tampoco las fachadas colindantes,
ni un azul −que no es azul−
sucedáneo de cielo.

Quizá me confunda
el velo de nostalgia que envuelve los parques
o las voces de los niños diluyéndose
en la ligera brevedad del día.

«Ya no entra claridad por la ventana» David Ferrez Gutiérrez.

piscinas de valium humedecen los cuerpos de las niñas
larvas se posan sobre nuestros pómulos y hacen el amor se divorcian
yo
– que no se atarme los cordones
que nunca vi puentes colgar de sus armaduras –
recojo las frambuesas antes de que el exceso acabe con ellas
y guardo las fotos
por si manchas de sangre apagan las luces o cortan la electricidad de nuestros corazones
y olvidamos
todas las veces en las que nos quisimos

«niñas se caen de los columpios y devoran el terciopelo» Guillermo Urquiza.

No, not comfortable but home
Gloria Anzaldúa

Con el último rayo del día
asoma en el horizonte la silueta
de una gasolinera

hemos llegado tan lejos
y tan solo
para volver sobre nuestros pasos
hemos encontrado lo que
no sabíamos que buscábamos
y hoy regresamos con las manos llenas
de respuestas vacías
pero un poco menos enfermos

me gustan las gasolineras porque
nadie viene para quedarse forty-one
dollars at number five son el símbolo
de todo lo que llega y todo lo que
se marcha i knew you would
come back menos este hombre
que aquí trabaja y cada día and i knew
you would still be here contempla
historias que se detienen fugazmente
frente a los surtidores

este hombre que aquí trabaja
ahora me está mirando y se imagina
los mundos que habré visto desde aquel
último amanecer que pasé por este sitio
hace 129 días

seguro se imagina una larga travesía
por inhóspitos pinares y arcedos
y por valles y montañas y lagos
congelados y por una interminable
carretera y por ciudades
de nombres sagrados que tan solo
ha visto en internet y por pieles
de cuerpos extraños y por otras
viejas gasolineras donde
nadie
llega para quedarse

ojalá habitar su fantasía
pero yo me quedo con estos
caminos de hierro con nombres de pájaro
y con el recuerdo de mi noble
s.t.a.r.c.a.r.
una flecha negra hacia la muerte
(oh a ti te deberemos nuestra apocalipsis)

no era mi intención
vomitar en verso libre sobre tus zapatos
pero no siempre controlo mi garganta
cerró los ojos antes de marcharse:
torres de espanto
y sin embargo

Con las primeras
sombras de la noche y con el viento frío
de una estación que ya no era la misma
tuvo la insoportable certidumbre
de que en el mundo no hay hogares

solo gasolineras

«s.t.a.r.c.a.r.» Javier Adrada de la Torre.

* Este poema forma parte de Gasolineras, obra ganadora del XXII Certamen Internacional de Poesía Joven ‘Martín García Ramos’ (organizado por el Ayuntamiento de Albox), cuya publicación está prevista para finales de año por la editorial Difácil.

Es una caja o qué es
una lata de conservas
el cuarto de la plancha
el cajón de un despacho
qué es

la rueda de un hámster
la habitación del servicio
un almacén para cuadros
una cuadra para mamíferos
el trastero de un mecánico
la sala de contención
qué es

un cubo de Rubik incompleto
una cámara sin cuerpo
o una cámara de gas
qué es

un pastillero
un laberinto sin hilo
una madriguera de escorpiones
un nicho para neonatos

una vagina
qué es

algo en lo que entro
o algo de lo que escapo
como la leche de un pezón.

Qué es eso
que ya no señalo
ni digo
mira
esa es mi casa.

«Qué» Diana González Mañas.

te he desidealizado
con la manzana entre los dientes
he decidido meter la cabeza en un barreño

te he mordido los ojos y me he metido dentro de ellos
he tratado de acechar el golpe,
pero mantener la respiración en agua inflamada
hace que la cera de esta fruta se deshaga en las encías
y torne azul

decidida a partir mi espina
sostengo entre los dedos el martillo
asesto el golpe
y te me escurres,
mil piezas de cristal
derrapan por la grava

desde ahí abajo te he visto
desde
el
suelo
aún más abajo

escucho el silencio y contengo el grito.

«dar un paso» Helena Martínez.

Cuando algo me duele me pregunto qué dirías
dónde me besarías, qué harías después
lo mismo ocurre cuando logro algo, brindo al aire
siempre hacia arriba
¿cuál de tus manos me acariciaría primero?
¿quién sería yo si todavía estuvieras aquí?

«Cuando algo me duele me pregunto qué dirías» Silvia Madera.

en mí la tiniebla de la que huyeron los colibrís.
sus arterias hervientes en cólera.
gimieron huecos los difuntos de las trincheras
al ansiar en mis labios el silencio de la noche.
un cuerpo arrojado al vacío.
la nuez estrangulada de mi voz.
así lo presento:
el escollo de comprender mi esencia
si carezco de palabra con la que nombrar(me).
¿dónde hallar la clave de mi savia
cuando la camuflo con pétalos y vello y violencia?

Ángel Cívico.