Era el año del tigre en el calendario
chino
ibas a la colina a cazar para nuestra futura
familia
olías a agua con cloro y a sofrito casero
y me decías en qué calle vives cuál es
tu casa
quién de todos es tu abuelo
esos son tus gatos o del vecino
le rezabas a un dios
para mí
animal desconocido mi mitología era otra
tu imagen
-arrodillado-
era una estampa que me hacía reír
me prometí no regresar
para besar
el pringue
la súplica tu desconsuelo en las noches más frescas de verano
cuando el jet lag me mantiene despierta
comprendo
la promesa incumplida también yo siento el abandono
tu lamento
de niño burbuja
niño aceite empapado en lodo:
te dejé sin herederos.

«1998» Celia Martínez Sáez.

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a ver cómo te explico
yo esto querido
fuimos felices muchos
años pero ahora
apenas somos
un soplo de viento
que amenaza la grieta
de una ventana
no nos culpes
apenas intuíamos
el desfase
no imaginábamos
qué queda
entre dos cuerpos
que se aburren
no voy a olvidarte
me llevo tu huella
aunque ya no necesite
el resto del conjunto
no voy a olvidarte
aunque ya no te recuerde
y los limones ya no evoquen
mañanas de guijarros
en los que resbalar
y sostenernos

«citronela en el freno» Iria Fariñas.

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Nace la caricia engendra el beso
brota el surco mana el agua
amanece su deseo se propaga
sin cesar hasta agotarse
el río se retira: no sus dedos
el beso se retira: permanece
la piel húmeda en su dorso
es deseo consumado
caricia del labio
y la tierra con su boca embrionaria
el fin del deseo es el deseo
un beso nace de una brisa un precipicio
la ventada que acaricia los sensores
bate cuerpos ateridos en la noche
muerte lenta de un olvido congelado
en las manos el calor de las certezas
se disipan de tan secos los seísmos
unos ojos como ramas al desnudo
sus dos labios son raíces destrenzadas
buscan aguas en la sed de los convulsos
un torrente de silencios abismales
no regresa
qué beso estéril nació de qué viento inerte de qué cumbre

«Contracción» Cristina Girona.

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I
Me miras, con los ojos del niño
que ha perdido la infancia prendiendo arrayanes
que domina el fuego pero no sabe nada
del mundo de los hombres.
Tienes una duna inmensa en el dedo
hemos envejecido cincuenta años de una ola
y este sol ya no nos perdona la desnudez
nos despelleja el sexo, ahuma las extremidades.
Me pides que te cuente un cuento yo estoy
leyendo a Anne Carson / ocupada
buscando la estructura en la que encajen
el tiempo y las gotitas que se te caen por la nuca.
Mañana serán otras, pienso
el sudor será distinto las gotas sabrán a hierro
ya no será el misterio del escarabajo y el desierto
sino de la semilla, la hoz y el habitáculo.
Los martes son el domingo de las espaldas encorvadas.
¿Coincidiremos pronto? ¿pondremos las manos
en la misma arena? ¿podré ver la sombrilla la luna
la nevera mis pechos en tus gafas de sol?
¿alguna vez volverá a
temblar el labio
cuando estrechen tus dedos mi cintura?

II
La primera vez que vinimos a la playa
pisaste un erizo oculto en la roca
no querías llorar, pero te redondeaban el rostro
carreteras de lágrimas silenciosas
mientras te iba sacando una a una las púas
mientras te iba abriendo huecos en la carne
mientras tus ojos ya no eran tus ojos
eran los ojos de un antílope herido
y mi garganta guardaba toda el agua del mundo.

III
Viajamos a Francia veo mi pelo muy corto
por el retrovisor a través de la ventana.
Hay familias que piden un crédito para ir de vacaciones
pero nosotros no tenemos hijos
entonces, tiene más sentido vendimiar en Córcega
que cualquier parque acuático.
Pienso en el escarabajo que hurgaba la tierra
debajo del esqueleto de una sepia
buscando refugio del sol inclemente
y el instinto me lleva
a abrazar mi vientre ovalado y vacío
por si creciera una vid.

«Tríptico para unas vacaciones tropicales» Ana Cano Pina.

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A veces, el dolor del sueño muerde
cuando el aire me sabe a tu apellido,
la brisa se desnuda
y el instinto me empuja hacia tu puerta
bebiendo de la fuente de tus labios.
No cesa el manantial, su caudal poderoso
se desliza en mis dedos.
Sabe que al detenerse
borrará mis recuerdos
de las viejas costumbres, de los sueños de antaño.
Tengo las manos húmedas.
Acaricio las flores
y sin querer refresco
mucho más mi memoria que sus pétalos.
Era otra vez agosto
y el resto de los meses una ausencia
ancha como el verano.

«A ciegas» Antonio José Muñoz Béjar.

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I
imagina un bosque una fiesta
fuera tan lejos del cuerpo
luces de neón en la superficie
de los lagos
imagina la noche un ritual
más allá de la materia
bebemos el fuego de las ramas
abrazamos el rastro cristalino
de lo que fuimos
y después solo después
bailamos
inventamos un mundo
de cornalina ruido blanco
para no volver a escuchar las voces
volver a la vida
imaginar un bosque una fiesta
luces de neón en la superficie
de los lagos

II
mi sueño es un ciervo
te digo
árboles fosforescentes
o el esqueleto de un paisaje
mi sueño es una gota de
sangre nitroglicerina
bajo la lengua
tus pupilas dilatadas
esta música que estalla que
tiembla como el pulso de
los cometas
mi sueño es un ciervo
te digo
quiero tocarte devorarte
inventar un mundo de
madreperla
alucinar la luz de tus ojos
dentro de mis ojos

III
y si la noche existe
si los lagos existen
si tus manos son estas manos que
escriben que auguran la caída de
los planetas dime
si la noche existe
fuera tan lejos del cuerpo
cómo diré que mi sombra
es tu misma sombra
que una vez fuimos
un trazo una visión
encarnizada
unos ojos cerrados
soñando con una fiesta
las voces el ruido blanco
luces de neón sobre la corteza
de nuestros cuerpos

«imagina un bosque una fiesta» Iosune de Goñi García.

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Se detuvo la palabra.
Otro amanecer desaparece.
Resuenan los pasos en la tierra
de un anónimo cansancio.

Quedarse aquí
es sellar con lentitud
el abandono.

«Se detuvo la palabra» David Conde Vitalla.

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I


Los verdes tallos
pálidos tras la nieve:
flor de jazmín.


II


Primeras lluvias.
Al descender, las hojas
muestran la tierra.


III


En esta memoria empapada
por la nomenclatura de las aguas,
siento el húmedo esqueleto de las flores,
escucho el rumor del oleaje
enmudecer contra la orilla.

«Nomenclatura de las aguas» Coral Ling.

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de qué estás hecho mundo
te alcanzo con dedos torpes
acaricio tus flores y me mancho de tierra
la tierra huele a libro viejo
cuando no existían los libros
los seres debían oler la tierra ilegible
si no se escribía sobre el mar
dónde se suicidaban las poetas
pienso en ti mundo
pienso en tu estructura interna
en si existen otros mundos y otras poetas y otras aguas
por más que miro en todas direcciones
no alcanzo a ver más allá de tu mar

«Mundo» Javier Calderón Luna.

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no one leaves home unless
home is the mouth of a shark
Warsan Shire

Al final nunca fuiste a Madagascar
porque, por qué ir allá cuando puedes quedarte aquí
observando los cauces de los ríos,
las comisuras de los montes rasgados
por uñas rocosas y piedras post punk

y que nadie te diga que tú no puedes,
que no puedes levitar en este devenir de los sucedáneos
de gestos de desa(n)grado no disimulado
cuando te cuentan que dejaron a aquella niña abandonada a su suerte
en la isla de Mtsamboro: su padre pedía ayuda y pensasteis que venían a robaros
la nevera de la playa llena de cervecitas frescas
soplaba el viento soplaba el viento en aquella playa
a la que jamás fuiste
donde arriban los kwassas**
los cruceros nunca atracan ………………….ahí
acampan los comoranos
hacen fogatas y beben el agua de la lluvia
y los franceses en sus veleros
sacan fotos con modernas polaroids
vestidos de marineros
con polos de rayas
blancas y azules
cantan a coro:

¿por qué vinieron a morir a estas costas,
a enrojecer con su sangre la arena más beige del mundo?

mira qué foto-souvenir: un hombre sostiene en sus brazos
un cuerpecito inerte envuelto en un salouva*** de flores grises.
los veleros ya no navegan donde abundan los salouvas
envolviendo cadáveres de flores grises.
pero ¿igual puedes subir a las redes la foto expiatoria?
que nadie te diga que no puedes crear tu propio obituario posmoderno,
explayarte en tu gusto extático por la necrosis.
tu ojo derecho (que es tu ojo morboso) captura el instante:
te relames

«Al final nunca fuiste a Madagascar» Blanca Berjano.

* Poema extraído de La barrera más bonita del mundo (Luces de Gálibo) – I Premio de Poesía de la Fundación Caja Navarra.
** Kwassa-kwassa: Piragua o embarcación de madera cuya función es semejante a la de una patera. En los kwassas viajan clandestinamente los migrantes comoranos y malgaches para llegar a Mayotte.
*** Salouva: Vestimenta tradicional que llevan las mujeres mahoresas; consiste en una colorida túnica atada en torno al pecho y que cae hasta los tobillos. Se combina con un tocado en el cabello (kishali) que suele variar en cada parte de la isla.

 

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