Listado de la etiqueta: Poesía 5º Número

así por separado preparamos
montañas de cajas apiladas
en los rincones de la casa
por todos los pasillos hacia el salón

guardan todo lo que nos hicimos
precintados los corazones
se convierten en mercancía desechable
restos de otras vidas

eso es el amor
paquetes envueltos con cinta de carrocero
maletas con nuestros apellidos
retenidas en cualquier aduana

cajas con nuestras iniciales
pintadas en el centro
nuestros nombres
abandonándose el uno al otro
manchados en algún contenedor

«Mudanza» Juan Domingo Aguilar.

Logo Zéjel

Ay, mi niño marinero,
tan morenito y galán,
tan guapo y tan pinturero,
más puro y bueno que el pan!
Rafael Alberti

 

Me llaman el Isma. Anda que se me varvidá er día. Mi mare, la Dolore, no vea la guasa que gasta, la vi llegá de lejo por la calle San Termo, dereshita que venía pa mí y ante de desirme na, bin, marreó un sopapo que me dio la vuerta la cara, que me dejó con do güeno lagrimone, me cogió, yo creo que hasta me levantó dos parmas der suelo, fite lo que te digo, y me llevó arrastrando por la oreja pa la casa, niño, sacabaron las chuminás, si te viera tu pare, quempá descanse, me tiene afisiaita, ea, mañana, mañana mismito estás yendo donde la barca der Grasián y estás tirándote ar má. Y qué le desía yo, si tenía rasón, e una santa, si llevaba un mé sin aparesé por el istituto, un mé o má, y no tenía má vuerta de hoja, así que ná, allí que me fui, tú ere el hijo der Paco, quempá descanse, po sí, y me montaron en una barquilla y aluego en un barco má grande y venga ar purpo y venga a la gamba, ar palangre, arguna ve que vamo a la armadraba a vé si nos dejan faená, pallá y pacá que a mí to me parese iguá, tor má e lo mismo iguá… y asín hasta hoy, hasta que me pase como a mi viejo en er má, que se lo tragó una ola cuando andaban con er pe espada y toavía no lan encontrao, ande estará er gachón. Aluego, aro, vienen los turista, aro, que si qué bonito er má, que qué bien sestá asquí, que qué coló del agua, que si nos quedamo pa ve atardesé, patatín, patatán. Me pongo malo, ío. O la mierda esa de historietas de piratas de los kioskos, fuego le metía yo a tó, piratas, enga ya, qué guapo er de la película, sí, maquillao entero, precioso vamo. Asín le daba yo al americano ese, ar Yoni Dip ese… Ohh… Pa Somalia lo mandaba yo, como mi tío Rafaé, poresito que pasó er quinario allí, que sí Manuela, que me van a pagá musho, un dinerá, que sí, desía er pobre… Y casi nos lo matan. Piratas. Sí, aro. Qué romántico. Er má… Qué romántico, aro, er má…

 

«De lo romántico del mar» Alex Prada.

Logo Zéjel

Ondean los harapos de múltiples colores
La infantería borracha, envilecida
Celebra las victorias y las derrotas por igual
Sin existir duelo,
los mártires nuevos, arrugados o viejos pagan el festín
Financiando el delirio del momento
la nación se sienta en una banca rota
las arcas dilucidadas en acuerdos efímeros
en traslucidas intenciones
las múltiples lentes hipnotizan a la población
la iconografía de la mentira, en carnavales de cadáveres
en comparsas de alcohólicos emblemas
los buitres son líderes
los héroes son fabula para ingenuos, la independencia es un cuento
En literatura prosaica los diezmos construyen la sociedad del futuro.

 

«Celebración Nacional» Duraham.

Logo Zéjel

A alguien tal vez le va bien.
Desiderio de distancia toman las arañas en los orfelinatos,
pero entonces recuelgan
sobre sus hilos que a la postre son telas.
Y aquella casa pronto es una trampa.
Pero no lo es para los otros, invitados a ser devorados
pronto nadie cae, y la trampa es la espera.
Y es la nada;
Y es un hilo trenzado de forma perfecta,
esperando con un hambre por siempre no resuelta.

«Nos falta distancia, variación para Vladimir Holan» Ignacio Fernández Torres.

Logo Zéjel

He bailado con Patti Smith
y entre sus brazos he sentido
la paz y la armonía,
y las ganas de luchar;
la poesía entre sus dedos,
la magia en la mirada,
el grito en la garganta,
la vena a punto de explotar.

He notado la presencia
de todos los muertos:
de los poetas que se fueron,
de fotos en blanco y negro,
del Chelsea frenético en hora crepuscular;
las noches enteras sin dormir
y luces de neón,
el CBGB abriendo sus puertas,
pariendo artistas underground,
que envejecen señoriales,
tras un pasado decorando los retretes,
cerrando cicatrices,
cauterizando las heridas de la noche
grabadas con tinta en la mañana.

Desde Dalí a Dylan Thomas,
la sombra alargada de William Burroughs,
mirada impertérrita, abrigo negro,
y Janis Joplin entre plumas,
entre carcajada histérica y
sexo sediento,
he notado la presencia
y el poder de la ausencia.

Patti me miró a los ojos
y me cogió de la mano
también yo
quise bailar.

«Y bailé con Patti Smith» Teresa Gispert.

Logo Zéjel

¿Qué tenéis en contra de la nostalgia, eh?
Es la única distracción posible para quien no cree en el futuro.
La Gran Belleza

En la desesperanza
construir un hogar,
un aparato humano que caliente
un imperio de voz airada,
alegatos para la locura
sembrar la calma al final de la vida
y la vida puesta
al final de una materia
alegatos para una redención
a la que sucumbir
detesto los parámetros del verbo
miro fijamente al perdón
alegatos para las flores,
para no ser de nuevo yo,
para no encontrarme de nuevo conmigo
al fondo de la excusa,
quiero decir la Nada que en todo habita
para eso la desesperanza
en lentos gramos, para eso;
rosado edificio tú y tu locura,
tus cimientos Flaubert
tu arquitectura propensa al ruido
no diciendo nada la ciudad
que no supera invierno alguno
para eso la desesperanza
y su habla enrarecida,
el olor de la casa de los viejos
los coños y toda su presencia,
toda historia contada con la voz
de una mujer
para eso la desesperanza,
para pasar las grandes horas
atisbando el roce en lo pequeño,
magia llaman
a lo que es un truco solamente,
para eso morirme a cada rato
pero no morirme solo,
encontrar algo que no hacer
algo que no mirar
hasta quedar ciego del nombre
para eso la desesperanza,
para esconder animales en el tórax,
animales en el vientre
en el bajo vientre
allí donde las carnes ya flaquean.
Todo muere a mi alrededor
y tú no entiendes nada,
y el arroz
humea en el plato
con cierto carácter universal
aunque no hable de la muerte la belleza
para eso la desesperanza
para que todo mal ostente
al menos
una gran belleza.

«De la Gran Belleza» Alberto Rivas.

Logo Zéjel

Quiero que mi poesía sea útil,
que salve algunas vidas, ayudarlas
como hace la sanidad pública,
que el poema suene como esas sirenas
de ambulancia, al límite, que acaricien tus dedos
las páginas como el teclado
de tu smartphone, marcar uno, uno, dos,
quiero decir, que dobles esta página,
las que necesites para saber
que no estás solo, aquí me tienes.
Escribir como un cirujano,
perfeccionar la técnica, que dependa tu vida
de mis versos como en las series
americanas. Escribir,
a corazón abierto, tu corazón y el mío.
Que estés a gusto en estas líneas
como en las buenas camas de hospital,
modernas, que se elevan con un mando
para que estés tranquilo, cómodo.
Dedicar mis esfuerzos, que parezca un hotel.
Cada rincón con su metáfora
y con su ambientador
a frutas del bosque y a cítricos.
Me he dejado la piel, las sábanas, el suero:
este poema es un hospital de lujo.
Lo que quiero decir, sencillamente,
es que, si escribo, lo hago con la idea
de que estos versos sean tan útiles
y nos salven a los dos, y me salven,
que en el fondo eres tú quien me rescata.
Quien evita que muera
como un folio sin pulso. En silencio.

«112, poética, dígame» Jorge Villalobos Portales.

Logo Zéjel

Cómo decirte que desaparecerás
cómo decirte que te tragará el olvido como la
boca de un buzón de correos
que no quedarán letas que sostengan tu cara,
Y tu expresión se deshará como una mancha
de café en un plato,
caducará el amor, quizás no te veré más,
pasará todo como la peor de las tormentas
definitivamente
Y te olvidaré como un sobre vacío
en un buzón
Sin pregunta
sin respuesta

«Potencialidad y biografía» Roger Santos.

Logo Zéjel

I
De qué me sirve esta juventud
ya solo crecen piedras en los árboles
Qué triste esta sombra
que se alarga y cruje y se rompe
hasta bajo los pies de un niño
Debo resguardarme en el suelo
hundir todos mis papeles las manos y los ojos
para cuando llegue la tormenta
Allí donde ocurre el murmullo de una hormiga
con la misma frecuencia que la de un beso al resbalarse
Y contradigo el Amor:
una palabra que da hambre
pero nunca de comer
Aun así me consuela despertarme boca arriba
con el pelo rojo y un olor a sulfuro
y escribir con el dedo
como quien se declara en las paredes de los baños públicos:
ven dios te desafío
la tierra cuando tiembla es casi el cielo

II
Hoy me he despertado en esta tierra con el peso de una vida
Este estar entre el día y la noche
y solo buscar palabras para el silencio
callarlo callarlo o aguantar hasta la náusea
como si estas dudas
como si el dolor
fueran un arroyo que se acaba en el cuerpo
Escucho todas las mañanas cómo pisan esta piel:
piedra tierra seca y dura
Y yo sé con la certeza de un niño
sé que los pájaros
esos bellos pájaros que picotean en mis tetas
y bañan luego sus picos en mi ombligo
cantarán algún día sobre mi tumba

«De qué me sirve esta juventud» Carla Martínez Nyman.

Logo Zéjel

Ya la sombra es el nido cerrado […]
ya recoge en sus cuevas cuanto la luz derrama

Miguel Hernández

Donde la luz exige el tamiz de la persiana,
multiplicar al fin la unidad sin fin de su rastro,
prolongar sus delgados dedos numerosos
que -inocentes- tocan todo lo que ha sido
diseñado para el tacto. Van quitándole al día
su polvo de penumbra, el maquillaje sombrío
que oculta el horroroso rostro de la tarde.
Van descubriendo insectos huidos tras las lámparas.
Afilados cuchillos que sin piedad descuartizan
al alba el imponente animal de la noche.
¡Bebamos juntos de su nutritiva sangre!
Sogas tensas sobre las que hacen equilibrio
-funambulistas- las sombras más habilidosas.
Donde la luz: un cuerpo iluminado que la mira.
No sé hacia dónde mira un cuerpo que mira hacia la luz.

«Donde la luz» Álvaro Carbonell.

Logo Zéjel